¿Cómo se compone nuestra misión de vida?
La misión de vida tiene tres patitas. Una de ellas es la central, la más grande, la que más peso
tiene. Es la misión que hemos declarado antes de llegar a este plano de vida.
Hoy vamos a profundizar en las otras dos.
Al declarar nuestra misión de vida, que no es ni más ni menos que decir lo que venimos a hacer a este planeta, es decir, en términos generales, nadie en su misión de vida dice: “voy al planeta tierra a trabajar como abogado”, o “a trabajar como médica”. Estamos hablando de planos sutiles. Lo que declaramos es, por ejemplo: “quiero ir al planeta tierra a embellecer ese lugar desde su naturaleza”, “quiero ir a ese planeta tierra a embellecerlo desde la creación humana”, “quiero ir a ese planeta a ayudar a otros humanos en su evolución”, “quiero ir a ese planeta a asistir a los humanos que están viviendo allí, a sanar, a reparar su envase biológico, su cuerpo.”, etc…
Y en base a eso luego vamos a ir descubriendo nuestras pasiones, pero lo importante es que declaramos en general una misión.
Una vez que declaramos nuestra misión se nos asigna, para poder cumplir con esa misión, el hogar en el cual vamos a nacer, los padres, abuelos, hermanos si los hay, el lugar, la ciudad o pueblo, país, continente, hemisferio, el estatus socioeconómico de nuestra familia, es decir que cuando se dice que elegimos a nuestros padres, en parte es verdad, pero no los elegimos directamente, esto se nos es dado en base a la misión que hemos declarado.
Bien, cuando llegamos al planeta tenemos nuestra misión de vida que siempre se va develando a través de las pasiones, ahora hay algo que podemos empezar a hacer antes de querer saber con desesperación cuál es mi misión de vida. Hay algo que podemos empezar a hacer (y que siempre tenemos la posibilidad de revisar en Transformar la Relación con Mamá) y son esas otras dos patitas más pequeñas de la misión.
Por un lado, trabajar todo lo que tiene que ver con nuestro clan, el clan en el cual hemos nacido o si hemos sido adoptados, el clan en el cual nos hemos insertado y este gran clan que es la humanidad toda, para esto sirve la analogía de la playa.
Vamos a hacer de cuenta que vamos por primera vez a una playa que no conocíamos y al llegar la persona que está ahí haciendo de guarda de ese lugar nos entrega dos bolsitas, una para cada mano y nos dice: “En esta bolsita de la mano derecha te voy a pedir que camines por la playa y que recojas toda la basura, todos los deshechos que tu familia, tus ancestros, han dejado.”
Nosotros podemos aceptar la tarea o no, libre albedrío. Si aceptamos vamos a entrar a la playa y vamos a empezar a ver, a descubrir a través de los residuos que allí hay quiénes fueron nuestros ancestros, es decir, pasado a lo humano: los errores que cometieron, los programas que traían, las creencias, los mandatos. Nos toca recoger todo eso, podemos elegir no hacerlo, en general las personas que se deciden a ampliar conciencia son llamadas la oveja negra de la familia, son las que se ocupan de hacer esto y es una tarea bendita.
Cuando terminamos de recoger todo lo de nuestros ancestros y nuestros familiares se lo llevamos al guarda y nos dice, “muy bien, ya que terminaste (si tienes ganas) con la otra bolsa que tienes en la mano izquierda te voy a pedir que empieces a recoger todo lo demás que puedas porque hay muchas personas que vienen a esta playa y se niegan a recoger lo que sus ancestros han dejado, entonces si quieres colaborar con la humanidad toda puedes (no es una obligación) también recoger los residuos de otras familias”.
(María Van)
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