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LA SALITA DE ESPERA

Esperas desde que naciste.

Esperaste para crecer porque te dijeron que cuando fueras grande podrías decidir qué hacer con tu vida. Creciste esperando, pidiendo permiso, aguantando… y te acostumbraste a esperar a que te autoricen, te informen, te aprueben, te estudien, te diagnostiquen, te curen, te feliciten, te autoricen, te anuncien, te dejen ser.

Y esperando una vida de película buscaste pareja y luego esperaste que tu pareja cambie. Y no. No cambia.

Esperaste a que tus hijos crecieran para decidir mudarte, separarte, retomar las amistades, volver a estudiar…

Viviste esperando el momento “ideal para” analizarte, meditar, aprender eso que tanto deseas aprender, viajar, hacer ese curso, alimentarte diferente, comprar ese libro, leer el libro, emprender, hacer yoga, caminar, aprender a conducir, animarte a conducir… una vida repleta de esperas.

¿Y las otras esperas? ¿Esas que le dan la espalda a la biología?

Esperar a que los padres fallezcan para sentirse libres al fin… No imaginas cuántas personas viven en esa espera. Cuando no son los hijos son los padres o… el gobierno o el encierro… esperando siempre a que otro decida, a que el afuera te de permiso, a que te llamen por tu número. Cuánto desgaste.

Y ahí siguen tantos. No, no son los “dormidos”, ellos no esperan más que una inoculación.

Le hablo a tantos que creen haber despertado, que sienten que algo huele muy mal, que es necesario un cambio, que ya se saben de memoria que el victimismo no es útil nunca. Pero ahí siguen, esperando.

En esa salita de espera en la que se han convertido sus vidas. Esperando que una desgastada enfermera o un médico obeso de burocracia, diga sus nombres en voz alta para recibir un diagnóstico para luego esperar una cura para luego esperar… ¿qué más?

Esperando que en la pantalla alguien anuncie que ya son libres, que “los malos” ya no están, que ya pueden salir, que no hay nada que temer, que tienen derecho a respirar, que “ellos” han cambiado o se han arrepentido…

¿Hasta cuándo? ¿Vas a vivir esperando o vives esperando morir?

Observa a tu alrededor, reconoce esa salita de espera que te encarcela, te detiene, te anula. ¡No! ¡No te mientas! ¡No es nuevo! ¡Hace años vienes esperando!

Ya no lo recuerdas, antes era otra cosa y antes de antes otra. Y así.

Nadie va a avisarte, informarte, curarte, anunciarte, permitirte, festejarte… Ya basta.

Solo depende de ti y esto es lo maravilloso de esta vida. Que podemos ser adultos emocionales y dejar de esperar. Podemos crear nuestra experiencia de vida y decidir cómo percibir cada período.

Somos libres desde nuestra luz, no es posible seguir esperando. Despierta, no a medias, a pleno.

(María Van)

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