A veces, todos, nos vemos en situaciones en las cuales alguien nos propone discusión, pelea o debate.
En esos instantes, sobretodo cuando sentimos que lo que sucede es injusto para nosotros, solemos poner el cerebro reptiliano al mando y responder, defendernos y hasta atacar. Elevamos la voz, tratamos de argumentar, de defender nuestra postura o defendernos a nosotros mismos. Y ese es el error que hace que luego terminemos entristecidos o con algún dolor físico.
Te propongo que, ante situaciones así, “ofrezcas la otra mejilla”. Esto no te hace débil. Esto no significa que te rindas y si así lo califican los otros, ya sabes que poco importa lo que los otros califiquen. A ti te ocupa TU estabilidad emocional.
Dí “sí, sí, sí…”, como a los locos (decían las abuelas).
Nunca recojas un guante de pelea. Baja la mirada hacia tu corazón, ofrece la otra mejilla y mantén silencio mientras en tu mente repites: “sí, sí, sí, gracias…”
(María Van)
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