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Siempre digo que mi pasión por acompañar a otras personas a despertar no es por esas personas, es por mí. Puede sonar egoísta mi misión, pero es honesta. Mi obsesión con el despertar de la humanidad tiene que ver con que es muy aburrido vivir en “zombilandia”. Quiero más y más gente ampliando consciencia para poder compartir, conversar, ser en la verdad y jugar este juego desde el bienestar.

A la vez es cierto que nos podemos despertar a nadie. Lo máximo que podemos hacer es ser ejemplo, ser faro de luz para quienes deseen ponerse en duda. Claro que no todos van a ponerse en duda nunca, en toda la vida y debemos aceptar que eso también es parte del juego.

Claro que cuando uno de esos dormidos de por vida es alguien que amamos DUELE. Allí aprendemos el desapego, la no expectativa y la aceptación. Aceptar a esas personas no incluye hacernos los dormidos nosotros, para nada. Aceptar a esas personas significa no violentarlos con lo que creemos “nuestra verdad”, por más claro que lo veamos, por más cielo que sea lo que vemos, intentar imponérselo a otro que no quiere escuchar es violencia, por más amor que tengamos por esa persona. Amar es aceptar al otro con sus luces y sombras y en tal caso, desde el amor decidir que no puedo relacionarme o compartir con esa persona.

Aquí cada quien está transitando su experiencia de vida y cada experiencia es divina. Nadie es más espiritual que nadie. Sí es verdad que algunos hemos trabajado en nuestra espiritualidad, en transmutar nuestros dolores infantiles, en aprender a gestionar el ego, en desactivar el factor miedo y la anticipación que trae ansiedad. Hemos trabajado en eso y lo seguimos haciendo. Muchísimas personas simplemente no pueden, no se lo plantean o no saben cómo. Muchísimas más creen que solo se puede vivir en ese programa, como si fuera una cajita sin salida y debemos aceptar que no pueden ver más allá de la cajita.

Para aceptar ayuda mucho revisarnos en nuestro camino de vida. Todos estuvimos dormidos en la cajita alguna vez. Recordemos esos que fuimos y tratemos de sentir misericordia por esos que fuimos, así será luego más sencillo sentir misericordia para los que hoy duermen cerca nuestro y será más fácil respetar.

Frente a alguien que demuestra ganas de comprender algo, que consulta o pide entender desde otro punto de vista, ahí sí podemos (siempre desde la calma) explicar lo que sabemos, aclarando que es nuestra percepción. Es importante acercarles información de a poco, estar atentos a NO generar miedo en el otro ni angustia. Podemos recomendarles un libro, como Un Curso de Milagros, si es que la persona se muestra interesada en trabajar en sí misma. Si se trata de alguien que solo quiere saber “por encima”. Podemos entonces recomendarles algún material audiovisual, como una conferencia de Enric Corbera o el documental de Louise Hay. Cada uno sabrá contactar con su corazón para saber exactamente qué recomendar y a quién.

Ahora, frente a alguien que no nos pide ayuda para ver todos lo que está sucediendo de otra manera, solo nos queda el silencio. Volver a uno mismo. Con cada dormido que me cruce proponerme trabajar. Aún más en MI despertar. Respetar el sueño de esa persona y repetir mentalmente: HAY OTRA MANERA DE VER ESTO.

(María Van)

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